Lo que se promete se ha de cumplir. Allá voy.
Pero antes de seguir, debo explicar que este cuento,
- ¡Ah...es un cuento...!
que si sé cómo empieza pero no cómo terminará, no lo es al uso.
- ¿Ya empezamos con excusas...? Sigue leyendo y verás.
No tiene personajes románticos, ni príncipes, ni hadas.
Vaya ¡que es un churro de cuento! Cuando te pones pesado sabes hacerlo bien. Anda lee, lee de una vez
- Sigo y no me vuelvas a interrumpir, sino la paella que tenemos pendiente en Port Lligat la pagas tú ¿vale?
Pues eso, que no es un cuento a la usanza, es un trozo, un retazo de la película de la vida de un hombre cualquiera. De tantos y tantos con que podemos cruzarnos por la calle. Aunque el protagonista, no tiene ni nombre y los actores secundarios tampoco son conocidos. Y me veo en la obligación de aclarar que, aunque nuestros escritos siempre tienen algo de nuestras propias vivencias, tampoco es el caso del autor del cuento. Aunque eso si, el autor podría hacer suyas más de una escena de las relatadas.
*****
- A veces quedaba abstraído meditando sobre tantos y tantos acontecimientos que nos envuelven. Pensaba que solemos estar pendientes de lo que nos rodea. Nos ocupamos y más aun, nos preocupamos por el qué dirán… Vivimos con nosotros mismos. ¡Ensimismados! Filtramos los estímulos externos en función del grado en que nos afecten y la incidencia que directa o indirectamente lleguen a tener sobre nosotros. Autodefensa e instinto de supervivencia dicen que los psicólogos llaman a eso.
Y sí, no hay duda de que somos seres interrelacionados. Necesitamos y utilizamos el contacto, la relación con los demás para formar, consolidar y reforzar entre otras, nuestra propia personalidad. De ahí que según en el medio que nos movamos nuestras costumbres y tendencias morales, sociales y personales pueden estar influidas hacia lo que domine en ese medio. Un niño criado en el hampa tiene infinitas posibilidades de acabar delinquiendo y es muy diferente a otro nacido y criado en un barrio residencial de cualquier ciudad. Nadie pone en duda esto, aunque sus excepciones tiene.
Por un momento se alarmó al darse cuenta que entraba en terreno peligroso. Pero se tranquilizó al reconocer que no era su pretensión caer en la manida idea o teoría de la predeterminación de la forma de vida de la persona según sus orígenes y mucho menos en defender esta teoría privando a cada ser de la libertad, en mayor o menor grado, para liberarse así misma de ese medio. Y acababa en silencio pensando que a unos les será más difícil que a otros, pero siempre existirá algún momento o alguna oportunidad en la vida para variar esa trayectoria. Aunque cueste, y si, cuesta mucho.
Defendía ardientemente que todos nosotros tenemos una imagen de nuestra personalidad, de nuestra forma de ser que se manifiesta inevitablemente. A lo que hay que añadir la que, pensamos, puedan tener los demás de nosotros. Insistía en que cada uno de nosotros piensa que tiene unos rasgos positivos y también negativos. Normalmente vemos sólo los positivos y es muy humano dejar de lado, obviar, los negativos.
Y se repetía que muchas veces actuamos y movemos ficha más en función de lo que creemos que el de enfrente juzga o piensa de nosotros, que por la propia convicción de la necesaria forma de actuar que requiriera el momento. De ahí que muchas veces salten chispas, pues solemos sentirnos incomprendidos, mal interpretados e incluso maltratados. Pero resulta que cuando llega el momento y le pedimos explicaciones a la otra parte, ésta tiene sus razones. No lo entendemos, nos cuesta aceptarlo, nos parece imposible y realmente lo que sucede es una clara falta de sintonía entre lo que pensamos que piensa el otro y el pensamiento o imagen que él realmente tiene de nosotros. Y viceversa.
A todas estas sus elucubraciones yo le contestaba,
- Déjate de filosofías baratas...
- Vale, ¿pero me aceptas que te narre el cuento...?
- Anda, venga, te escucho. Le dije para ver si callaba.
- Allá va. Pero si lo encuentras, largo y pesado, lo siento. Si cursilón, ponle tú remedio. Si le ves algo de provecho, menos mal, algo habré ganado. Y es que como sabes ¡siempre me muevo por "puro egoísmo".
Me recliné en la butaca, rodeé con mis manos la caliente taza de café y me dispuse como tantas veces a escucharle.
- Descafeinado, verdad, porque tú eres capaz de darme del otro para que acabe subiéndome por las paredes...
- Eres desconfiado y desmemoriado, sabes de sobra que es el mismo que tomo yo, anda y escribe de una vez.
* * *
Expresión vulgar : ¡El golpe fue morrocotudo!
Expresión más fina : ¡Tanto le afectó que pensó que se había equivocado de persona, pero al final acabó viendo que era él!
* * *
Va entrando en años. Va viendo cómo se le escapan las hojas del calendario, y ahora ya no tacha los días, ahora ¡recorta meses! Peina canas y su enfado no lo es tanto por lo plateado de sus sienes como por la escasez de pobladura de las mismas.
Pero se siente satisfecho. Sin embargo últimamente las cosas parecen torcérsele. Y cuando repasa mentalmente situaciones buscando motivos siempre llega a las mismas conclusiones. Los demás. Si, son ellos los que fallan. Pero no se percata de que siempre piensa en pasado. Parece ignorar el presente.
Pensaba que era un modelo de buen hijo. Pensaba que era un buen padre de familia. Pensaba que era buen compañero de trabajo. Pensaba que era justo y ecuánime con los que le rodeaban. Pensaba que con él no iban muchas de las injusticias que les toca vivir a tantos y tantos semejantes. Pensaba que más que estar él, deberían estar con él. Estar agradecidos. El era un modelo a seguir. Pensaba que era un modelo a seguir. Pensaba...pensaba siempre en él
Un día escuchó algo que le inquietó.
- ¿Te has parado a pensar que tu hija tiene ya 14 años? Tu hija ya no es TU hija.
Le inquietó durante unos minutos. Sus muchas actividades le robaron aquel pensamiento. Y por si acaso se repitió,
- Siempre será mi pequeña, la niña de mis ojos...
Aquel día su madre había estado muy exigente con él. Ella, que no trabajaba. Que no tenía nada que hacer. Que le sobraban las horas. Ella, su madre, a la que tantas muestras de cariño había dado, se permitía echarle en cara que hacía más de un mes que no la había visitado. ¡Pero bueno…! ¿Tanto le cuesta venir dando un paseo, o coger el autobús? A mí con esas, a mí que trabajo más de catorce horas diarias.
* * *
- ¿Pero es que no saben sincronizar los semáforos? ¡Incompetentes…!!!
El coche no tenía la culpa, pero pagaba su mala leche. Los acelerones no eran más que los improperios que no pudo lanzarle al relamido e incompetente del jefe, y a más de un compañero en propia cara. Camino de vuelta a casa, derrengado de trabajar, con la cabeza como un bombo, no era capaz de borrar aquel recuerdo. qué barbaridad, a él... ¡Le habían llamado egoísta! le habían dicho mal compañero…le habían dicho…A él que se pasaba horas y horas arreglando incidencias de otros. A él que entraba el primero y salía el último. A él que si era necesario trabajaba hasta en domingo. A él que…No, no era posible. Tenía que haber una equivocación. No podía ser que sus compañeros le hubieran dado la espalda.
* * *
Su entrada en casa lo dejó aun más atribulado, amargado.
- Te esperábamos hace rato. El niño necesita que le ayudes a resolver un problema de matemáticas.
- Pero bueno ¿es que tú no lo sabes…? ¿Tanta universidad y doctorados y no sabes ni eso? Dejadme en paz ahora, estoy muy cansado. ¿es que no veis que trabajo muchas horas…?
Y aunque no dio un portazo, salió casi sibilinamente y se dirigió al bar de al lado.
* * *
- ¡La leche! es que ni en casa puedes estar tranquilo… mascullaba para sus adentros.
Se conectó a un cyber, entró en el chat que de tanto en tanto visitaba y, menos mal, allí estaba aquella criatura que tanto le comprendía. Si, era Ella a quien necesitaba en esos momentos.
- ¿ Por qué mi mujer no me trata así?
Se repetía para ahogar el gusanillo interior que le acusaba de abandono de sus obligaciones…
El último trago de whisky acabó de ahogarlo. Al gusanillo de su conciencia.
La pantalla del monitor avisaba que la belleza invisible, su belleza invisible, le decía adiós. Le envió dos rojos y ardientes besos camuflados en unos emoticones y con la dulzura que no utilizó con su familia la despidió. Satisfecho volvió a entrar en casa.
* * *
Por fin llegó la tarde del domingo. Y cumplió con su obligación.
- Ese delantero es un petardo… Además el entrenador, ni idea. Y mira que se lo digo a Fulano, pero nada. Yo con ese no vuelvo más al fútbol, no tiene ni idea. Además siempre quiere tener razón. Mira, sabes qué te digo, que se fastidie, yo con tipos así no me gusta tener trato.
* * *
Tarde otoñal de dulce modorra. Descabezaba un sueño en el sofá.
- Ring…ring…ring… le despertó de su dulce letargo el teléfono.
- ¿Otra vez usted? Mire señorita, yo ya pago mis impuestos, y muchos. Además ¿qué culpa tengo yo de que los ricos se hagan cada vez más ricos a costa de que los pobres sean cada vez más pobres? Lo ve señorita ¿lo ve como lo entiendo? Lo siento mucho señorita, le deseo suerte…
Y seguía rezongando entre dientes;
- Mira que es la gente. Esta mañana me aborda una muchacha con un niño en brazos y me dice le dé algo para comprarle leche al crío. Es que no hay derecho cómo explotan a esas criaturas. Y saliendo de la oficina tres mujeres casi me meten por los ojos esa revistucha esa de La Farola, y claro, uno no llega a tanto…
- ¿Qué mascullas hombre, qué mascullas?
- Nada mujer… pensaba en voz alta. Es que no hacen más que pedir, por teléfono, en la calle, en todos los sitios.
- Si, es verdad, pero le habrás dado algo a alguno, ¿no?
- Pues no mujer, que no, que no puede ser. Trabajar, eso es lo que tienen que hacer. ¡A trabajar los pondría yo a todos!
* * *
Ella se resistía y con suma delicadeza apartó su mano. Estaba realmente cansada. Por otra parte cada día que pasaba su corazón iba quedándose más frío, tan frío que lo sentía helado. De él, en tiempo, ni un dulce soplo de aire caliente en forma de ramo de flores. Ni un tierno beso a escondidas... Ni una palabra que acariciara sus oídos. ¡Y las necesitaba tanto…!
- Escúchame mujer. Esto no puede seguir así. No pinto nada aquí. Tú ni me haces caso. Los chavales… para esos como si no existiera, solo me buscan para pedirme dinero. No puede ser. Yo que me paso el día trabajando como un enano. Que me desvivo por vosotros. Que tenéis todo lo que queréis. Nada, nadie me lo agradece.
- Hombre mira. No quería decírtelo, pero ya que has sacado el tema ¿Qué piensas que hago yo? ¿Qué piensas que tengo yo? Cuando aún no ha huido la noche, en la madrugada, me despego de las sábanas mientras tú aún disfrutas del último y más dulce sueño, te arropo y salgo de puntillas. Te preparo el desayuno, preparo a los niños, preparo las cosas de la casa. Después hago las compras diarias y además trabajo por las tardes en aquella tienda que me pagan cuatro duros soportando las histerias de la jefa y lo que aún es peor, los caprichos de las clientas. Llego a casa tarde y vuelta a empezar, como si el día no acabase nunca. Finalmente, rendida, acabo midiendo toda la largura del colchón.
Medio se incorporó en el lecho y con voz que denotaba la seriedad de su comentario, siguió;
- No hombre, no, no farfulles entre dientes. He entregado mis mejores años a esta familia y estoy contenta de ello. Lo he hecho por el cariño que os tengo. No espero que nadie me lo agradezca, aunque, ¿sabes? tampoco me vendría mal una palabra de ánimo de vez en cuando. ¡No pienses sólo en ti, hombre! Y ¿te extrañas de la actitud de los niños? que, por cierto, de niños ya nada y tú ni te has enterado de ello. ¿Cuánto hace que no disputas a tu hijo una partida en la Play? ¿Cuánto hace que no le acompañas a una excursión como cuando era pequeño? ¿Cuánto que no le regalas un CD a tu hija? Y yo… aquí me tienes. Ya lo sé, no soy ciega, los años van dejando su huella. Y te equivocas si piensas que no deseo satisfacer mis deseos, pero, no lo olvides, la carne no se mueve si el espíritu no la empuja…
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El blanco roto del techo era su único paisaje. Horas y horas muertas encogido y agarrotado por el dolor. Ahora, más sereno, ya podía centrarse en pensar en sus últimos días. Esos últimos días en los que todo parecía ponérsele en contra.
Como en una película en technicolor pasaban las imágenes por su mente.
Y veía a su madre que cada día tenía más dificultades para caminar, para valerse por si misma. Cómo le era imposible subir aquellos altísimos escalones de acceso al autobús, que pasando a toda velocidad la dejaba plantada a la espera de la llegada de otro imposible.
Veía corretear a dos criaturas que de pronto y como por arte de magia se transformaban en adultos y no los reconocía.
La cara joven y alegre de una mujer soñada, le sonreía y hacía guiños pero cuando se disponía a alcanzar las suaves curvas de su frágil figura se desvanecía como por ensalmo y se topaba de frente con el rostro sereno de su mujer surcado ya por alguna arruga que lo embellecía aún más.
Veía la oficina. Aquella oficina que pensaba, estaba seguro, no podía funcionar sin su omnipresencia. Pero resulta que estaba ordenada, puede que más de lo que él estaba acostumbrado a verla y a los compañeros se les adivinaba contentos y acababan la jornada puntualmente. Nada quedaba atrasado.
De pronto se veía en medio de la multitud enfervorizada que cantaba los goles del denostado delantero y además su compañero, Fulano, lamentaba no poder tenerle junto a ellos disfrutando del momento.
Con dolor cerraba los ojos huyendo despavorido ante la imagen aterradora de una multitud de niños famélicos y moribundos perseguidos a amenazadora distancia por una colonia de hambrientos buitres, a los que no lograba espantar aquella muchacha que ¡qué casualidad! tenía la mismas facciones que la que días atrás le suplicaba unas monedas para comprar leche a la criatura que llevaba en brazos.
Y el techo se le venía encima lleno de Farolas, de caras llorosas de niños, de manos huesudas y temblorosas que le suplicaban.
Por fin y como en un remanso de paz dentro de aquellas enloquecedoras secuencias, una mujer de dulce y serena faz le acariciaba la frente y solícita empapaba sus labios ardientes por la fiebre, con un hilillo de agua fresca. Su imagen le era familiar, seguro que la había visto antes, pero no era capaz de reconocerla. Junto a ella dos jóvenes exultantes de vida. Una guapa muchacha y un apuesto chaval. La mujer les hablaba y ellos asentían, pero él no lograba entender nada de lo que decían, parecían hablar en un idioma para él desconocido. De pronto ve que se despiden de aquella mujer. Él quiere retenerlos. No puede y se desvanecen por una puerta inexistente.
Despierta sobresaltado. ¿Ha sido un sueño? No, se siente despierto y nota la vida a su alrededor. La bella mujer de dulce y serena faz que está junto a él, es su esposa. Dos jóvenes llenos de vida le estampan un beso en su mejilla y le susurran;
- Gracias papá, estamos muy orgullosos de ti.
Por fin una lágrima logra romper la coraza del duro personaje en que acostumbraba a enfundarse y tras ella fluye un llanto reparador. Acababa de encontrarse consigo mismo. Veía más claras las cosas. Comenzaba a entender la prioridad de lo importante sobre lo urgente. Comenzaba a entender que lo importante para que su vida no quedase en una película de grandes héroes imposibles y llena de insatisfacciones, eran, si, todas aquellas cosas que hasta ahora consideraba menudas, sin importancia.
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Expresión vulgar: ¡El golpe fue morrocotudo…!
Expresión más fina : ¡Tanto le afectó que pensó sque e había equivocado de persona pero al final acabó viendo que era él…!
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Epílogo : Por fin se reconoció. No era perfecto, ni admirado como él pensaba y deseaba. Pero aquellas lágrimas tuvieron la virtud de devolverlo a la niñez y descubrir que podía ser feliz como cuando niño jugaba con una pelota de trapo, Besó a su mujer. Descubrió una piel suave pero firme. Abrazó a sus hijos. Y sintió los latidos de aquellos corazones ávidos de cariño. Una última lágrima selló sus labios evitándole articular palabra alguna. Por fin durmió sereno y tranquilo.
FINAL 1
Noticia de prensa.
- Ayer, cerca de las siete de la tarde un vehículo descontrolado atropella a dos peatones. Uno de ellos, gravemente herido a resultas del fuerte impacto yace inmóvil en el suelo. El conductor, también con serias lesiones, actúa con suma celeridad ante la mirada atónita de un numeroso grupo de mirones realizando unas primeras y básicas actuaciones de ayuda lo que logra mantener con vida aquel cuerpo hasta la llegada de la ambulancia.
Los atropellados son emigrantes de origen senegalés. Según los primeros indicios con que trabaja la policía local, al parecer el vehículo sufrió un descontrol al intentar eludir un choque frontal con otro coche que circulaba en sentido contrario. La investigación sigue abierta.
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Parte facultativo. Ingresan dos personas de mediana edad con politraumatismo agudo a resultas de un accidente. Uno de ellos es el conductor del vehículo causante de las lesiones. La rápida y eficiente actuación de dicho conductor, logra, por escasos minutos, salvar la vida del herido. Pronóstico grave, pero no se teme por la vida de ninguno de ellos.
FINAL 2
- ¡Me invitó a que lo pusiese yo…!
Y a ti, amig@ lector te lo paso ahora.
luis "lobato En Gema, con mi madre, octubre del 2000