Gema...
Si, Gema, el pequeño pueblo que me vio nacer.
Las acogedoras calles por donde aprendí a andar.
Los rincones por donde me escondía jugando al escondite...
Las gruesas paredes de barro que me acogieron al nacer. Poco a poco me vieron crecer y soñar con un mañana feliz.
Gema, eres aún más bonita que tu nombre.
Gema, anclados en tus entrañas te admiran y te mecen una infidad de árboles que verdean y, cuando son acosados por el viento, se inclinan para saludarte. Llegado el invierno, te ofrecen su imagen blanca de escarchas y rocíos helados con gruesos carámbanos cubriendo los terrones de los barbechos.
Y el eterno murmullo de tu arroyuelo que cantarín va regando los verdes mantos de las eternas praderas bañadas de sol y teñidas de blanco en los largos inviernos. Tu arroyo, eterno remanso de paz.
Gema...tus cielos son aún más cielos cuando en su reververante azul espejean las eternas nubes a las que solo se atreve a retar la imponente mole pétrea de tu iglesia. Oro puro bruñido para hacer más preciosa la gema que escondes, Gema.
Campos dorados de ubérrimas mieses que se extienden más allá de la vista y cual mar calmo se bambolean bailando con los suaves soplos del viento. O se inclinan dobladas, cuando el céfiro brama, sustentado el ubérrimo peso de los dorados granos que atesoran.
Eternas llanuras que alegran con sus cánticos infinidad de aves y avecillas a las que ofreces amparo.
Feraces extensiones en en las que se acaban abrazando los cielos con la tierra en un sinfin de diversos colores.
Amapolas que pintan los campos de un rojo subido en sus lechos verdes donde revolotean las mariposas y parecen jugar al escondite los jilgueros. Amapolas y margaritas de campo...
Y acaba la tarde con celajes claros teñidos de suaves carmines y grises. Tus colores reflejados en el fin del mundo.
El fin del mundo que en su despedida acaba regalándonos el maravilloso cuadro de los trigales bañados por los útimos rayos del sol, bajo el manto que poco a poco irá dejando paso al nacimiento de un nuevo día y con él, otra vez la vuelta al mundo.
A un nuevo mundo lleno de luz y de vida. Tu luz y tu vida, Gema. Nuestra luz y nuestra vida en Gema.
Gema, llevo tu nombre grabado en un trocito de mi corazón dedicado a lo imperecedero, porque el día en que mis ojos nunca más puedan llenarse y gozar de tu luz, tú, pueblo mío, seguirás tan vivo como siempre muy a pesar del vacío que vas soportando.
Gema...qué lejos y a la vez qué cerca porque siempre vas conmigo.
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En Gema, con mi madre en la humilde casa que me vio nacer. Octubre de 2018
Luis - Lobato -